Una vida bien escrita es casi tan rara como una
vida bien vivida.
Toda noble empresa parece al principio
imposible.
Obedecer es el deber nuestro, es nuestro
destino, y aquel que no quiera someterse a la
obediencia será necesariamente despedazado.
El hombre ha nacido para luchar, y es como se le
define mejor diciendo que es un guerrero nato y que
su vida desde el principio al fin no es sino una
batalla.
El que no pueda guardar sus pensamientos, jamás
sabrá analizar grandes cosas.
Un monstruo hay en el mundo: el ocioso.
Quien no trabaja no descansa.
Puede ser un héroe lo mismo el que triunfa que
el que sucumbe, pero jamás el que abandona el
combate.
Si se siembra la semilla con fe y se cuida con
perseverancia, sólo será cuestión de tiempo recoger
sus frutos.
De nada sirve al hombre lamentarse de los
tiempos en que vive. Lo único bueno que puede hacer
es intentar mejorarlos.
Para disipar una duda, cualquiera que sea, se
necesita una acción.
Nunca debe el hombre lamentarse de los tiempos
en que vive, pues esto no le servirá de nada. En
cambio, en su poder está siempre mejorarlos.
Quien no puede guardar sus pensamientos dentro
de sí, será incapaz de hacer grandes cosas.
Siempre hay un lugar en las cumbres para el
hombre valiente y esforzado.
¡Cuántas cosas hay en una risotada! Es la clave
secreta con que se descifra un hombre entero.
Un gran hombre demuestra su grandeza por el modo
en que trata a los que son o tienen menos que él.
Hablar es el arte de sofocar e interrumpir el
pensamiento.
El único deber del hombre es andar siempre
adelante.
Toda grandeza es inconsciente, o es poco y nada.
Aún en tus ocupaciones habituales trata siquiera
por un día de guardar el secreto de aquello que
intentas y a la mañana siguiente verás con mayor
claridad tus ideas.
La virilidad empieza cuando hemos aprendido a
vivir en la necesidad.
El genio es el infinito arte de trabajar con
paciencia.